martes, 22 de julio de 2008

FORO BRECHT









De Gerardo Begérez (Montevideo, Uruguay): Brecht Me sumo al desagravio por la manipulación del gran maestro del siglo XX, Brecht El Grande. Definitivamente, como bien expresó José Luis, este conflicto no le cabe al Maestro. Sin lugar a dudas no estamos frente a un problema estrictamente social y político, estamos también frente a una contrariedad emocional. Basta analizar la forma en cómo se viene desarrollando la discusión de este embrollo que poco y nada tiene que ver con el teatro. Es más bien un trance aristotélico catártico, un intento de presentar las acciones de los ruralistas como provocadores del espanto y la compasión. De todas formas, y como bien expresa José Luis, está muy clara la postura que Brecht tendría al respecto. No es mi intención en este momento abordar una personalidad tan vasta y profunda. Eso se lo dejo a José Luis que tiene tanto y tantísimo para enseñarnos a todos. De paso lo invito a que siga ahondando en el camino brechtiano. De seguro encenderá algunas luces. A mi me vendría bárbaro porque estoy ensayando “Un hombre es un hombre” en El Galpón. Si querés, José Luis, empezá, que yo intento seguirte de atrás, pasito a pasito; como hicimos hace mucho con Artaud y dio tanto para hablar.

De José Luis Arce (Córdoba, Argentina) para Gerardo Begérez: Brecht Querido Gerardo, gracias por todo el entusiasmo que siempre trasmiten tus palabras. Lo que sí prometo es nombrarte mi agente laboral. Te encanta buscarme trabajo. Mi suegra es igual, se la pasa trayéndome avisos. Pero está fenómeno. Mirá, a mí me gustaría apenas tenga un poco más de tiempo reflexivo que el que tengo ahora, escribir sobre lo épico como instancia narrativa. Qué importancia otorgaba Bert a esa narración, aparte para deslindar de las confusiones clásicas, hegelianas de 'poesía épica'. La otra cosa buena a tratar son las implicancias de la ruptura de la ilusoriedad en el teatro. Consecuencias inclusive de niveles psicológicos respecto a un proceso de subjetivación revolucionario. Eso es muy rico. Otra es la relación que hace otro grande como Peter Weis entre nada menos que Brecht y Artaud, que también está en el Living Theatre claro. También, me gustaría contarte alguna anécdota mía relacionada con Don Atahualpa del Cioppo (¿lo sacás?)aunque alguito me parece ya te conté. Pero podemos completar. Un abrazo.

De Gerardo Begérez (Montevideo, Uruguay) para José Luis Arce: Brecht SI José Luis. Sé afinadamente quién es Atahualpa. “El viejo” como le dicen acá. Yo lamentablemente, por un tema de edad no llegué a conocerlo. Pero él fue maestro de maestros, y tuve la suerte de empezar mi formación con todos ellos, esos maestros que lo reconocen como El Maestro. Atahualpa está ligado a Brecht, él fue el primero en aminarse a abordarlo por estos lares, cuando poco y nada se sabía sobre sus efectos épicos y sus implicancias teóricas. Fue una suerte de experimentación. De hecho, allí radica la vigencia de sus obras. Todas pueden readecuarse al problema social del momento. Su esencia es inmortal, indestructible. Cualquier problema histórico o social puede verse reflejado de alguna u otra manera, en alguno de sus textos, en alguna de sus poesías.





De José Luis Arce (Córdoba, Argentina): Brecht Gerardo, esto es una opinión: Brecht ha sido bastante afcctado por el ‘brechtismo’ de los stalinistas, el que ha recortado sus alas revolucionarias y desafectado o ‘desmovilizado’ los aspectos técnicos que, así como Grotowsky hizo con las ‘acciones físicas’ de Stanislavsky, nadie hizo con el pobre Brecht. Hablo del post-Brecht. Pero, por el Río de la Plata, tratándose de un método crítico solventado en él mismo, aún tendría la posibilidad de explotar en profundizaciones que están a la espera. El brechtismo de los burócratas lo hizo efímero. Pero ya no es coartada jugar al destino de los epígonos estrechos. Frente al stalinismo, el poeta en su expansión es un trotzkista inevitable y a esa no se la perdonaron. El poeta es la revolución permanente. A mí me parece que la retracción del pensamiento crítico a que aludíamos en el marco de otros temas, ha enfriado equívocamente a Brecht. Pero Brecht es un poeta mayúsculo que ha tenido que sacudirse a través de los años, las mochilas con piedras que los usufructos oportunistas han hecho de su teatro. La crisis sostenida de un Estado sin planes culturales, o Estados con teatros de gestión pública restringida y asociados a los designios del neocapitalismo han vaciado dentro de la sociedad, la posibilidad de un teatro idóneo para el fomento cultural como calificó Bernard Dortal al de Brecht. La cultura apóstata, los Estados dobles, hipócritas, han dilapidado la chance de un teatro crítico, frente a un sistema dominado por el ‘kitsch’, la ligereza y el Mercado. Brecht como acá Roberto Arlt, vive en el espíritu rebelde de los jóvenes, en las compañías que repertorean con irreverencia sus agendas. Brecht es víctima de los ‘Estados mínimos’. Pero podrá ser re-instalado no en el dogmatismo automático y en el mecanicismo de un izquierdismo que ya no existe o que si existe no se interesa por Brecht, a través de su ‘método’, el que creo, a mi manera de ver, es en sí mismo una punta para la experimentación teatral de formidables posibilidades e impensadas consecuencias. No es menor producir esta re-lectura, en el marco de una información que envié al Foro hace ya unos años, a partir de traducir en aquel momento una noticia de un diario alemán, cual era la del descubrimiento de que Brecht no había muerto por un infarto al miocardio, después de padecer largamente problemas cardíacos, sino después de haber sido pacientemente envenenado por la Stasi, los temibles servicios de inteligencia stalinistas de Alemania Oriental, para prevenirse de sus críticas al régimen (Ver por favor el film 'La vida de los otros' a este respecto). La incorporación de este dato es crucial, porque hay que hablar de otro Brecht, de un nuevo Brecht, del enorme poeta que pese a estar atado a mil avatares en el debate del marxismo en el poder, pudo ponerse con sus obras por encima de los crímenes de un régimen que no toleró su despegue hacia el extra-naturalismo, hacia un realismo de vanguardia cuyas posibilidades, me parece, están todas por ser redescubiertas en nuevos marcos. Ya Bernard Dort sabía decir que se interpretaba a Brecht como si al hacerlo se le refiriera al orden instalado de la revolución y no a una revolución por hacer. Para eso importa más que lo histórico, lo metafórico, la parábola que Brecht hacía encarnar en el individuo o en un grupo. Pintar con Brecht las complacencias del izquierdista que se autoabastece de su sentimiento, desistiendo de ilustrar el proceso que lleva a que algo ocurra es a lo que arriba llamo apostasía. Apelar al Brecht Poeta es alejarlo de los riesgos de ese manipuleo de los naturalistas que quieren ilustrar su pensamiento con él, como si fuese un programa. Habrá que preguntarse si actualmente los jóvenes realizadores creen útil y pertinente movilizar, activar para algo a los espectadores. El realizador de ahora no tiene ideas de características totalizantes como las de los revolucionarios del pasado. El mundo es otro. Por lo general cuando los teatreros hablan de activar al espectador, suelen caer en concesiones populistas y no en los objetivos de un proyecto que ejecute tal activación. Es decir, se suele usar a ciertos autores para generar un ‘catarseo’ que como bien sabemos, es de por sí, anti-brechtiano. Veamos cuando vuelve a salir este boletín.

De Gerardo Begérez (Montevideo, Uruguay) para José Luis Arce: Brecht Hablamos de una evolución de la sabiduría de las masas por razón del pensamiento dialéctico en contraposición de la estipulación de un carácter de lo popular que desconoce la realidad del pueblo. El realismo no puede descartar la dialéctica. Nada se anticipa con elementales descripciones de la realidad saneadas de contradicciones. La dramaturgia aristotélica debió conceder el sitio a una no aristotélica. Y esto tiene una explicación meramente marxista. En Aristóteles, la función del drama se circunscribe a la prolongación del acontecimiento teatral, al espacio cerrado del teatro. La función de la dramaturgia brechtiana anhela trascender la noche teatral y las butacas, quiere instruir, numerar las contradicciones del ser social, desatar procesos de comprensión, inducir una actuación clara e inteligente en la vida. Brecht se pregunta siempre por las cuestiones concretas, coloca en tela de juicio los valores de validez teóricamente global. Donde Aristóteles entiende la catarsis como proceso de humanización y purga, Brecht no ve más que la mera bestialidad. Y Brecht es un hombre de experimentación, de movimiento y tanteo. Hablar de Brecht hoy significa hablar del mundo. Y actuarlo exige estar en la calle, palpando la vida. No para realizar una mera y fácil reproducción, sino que, a través de la exhibición crítica, lograr un cambio provocador pero progresivo. En su teatro es muy fácil encontrar al Brecht acosado y fugitivo. Y de allí proviene su riqueza y su ligazón a los procesos históricos y sociales. Es verdad, hay más de un Brecht, él también está fragmentado. Esa división puede seguirse en sus textos. El cambio, el devenir permanente fue transmutando su pensamiento crítico para convertirlo en el gran modificador de la escena del siglo XX.


De José Luis Arce (Córdoba, Argentina): Brecht. Las volteadas Antes de intentar abordar cuestiones técnicas, valen algunos comentarios contextuales. A Brecht se lo denostaba porque en el ‘putsch’ de los nacionalsocialistas de 1923 ensayaba el Eduardo II de Marlowe. En 1953, con la rebelión popular contra el gobierno de Ulbricht que dio lugar a aquella famosa obra de Günter Grass ‘Los plebeyos ensayan la rebelión’ se lo denuncia duramente porque mientras esto pasaba, él ensayaba la obra ‘Katzgraben’ de Strittmater. Grass en su obra cambia este título por Coriolano, texto que Brecht también adaptó a su visión épica. El fin de esto era hacerlo pasar como esbirro de Stalin. Hannah Arendt cuenta que estando en New York, durante los juicios de Stalin en Moscú, conversaba con un trotzkista sobre la inocencia de los acusados en los juicios. Brecht le dijo “cuanto mas inocentes son, más merecen morir”. “¿Mas inocentes de qué? De conspirar contra Stalin. Creo que se entiende el oximoron.Ya al instalarse a vivir en Alemania del Este había dado pie a estas detracciones. Ha pasado el tiempo, y surgen documentos de que Brecht fue asesinado, mientras a Grass, baluarte de la literatura alemana, se le descubre su afiliación a las Juventudes Hitlerianas en un escándalo reciente que dejó por el piso al autor de ‘El Tambor de Hojalata’. Alturas morales veredes. También se lo ha vilipendiado a Brecht por su vida sexual o en todo caso, por su posición frente a las mujeres que lo amaban. En realidad, creo, estaba adelantado a su tiempo. Su sexualidad era la del comunismo realizado. Hemos podido ver la película de su última estancia en Buckow junto a todas ellas, y a su regreso a Berlín, al poco tiempo es cuando se produce su deceso. Ese film se lo pasé a Ricardo Halac, así que por ahí pueden combinar para verla. Otro aspecto que impresiona de su biografía es la que surge de su amistad con Walter Benjamín, quizá el mayor crítico del siglo. Era notable cómo Adorno y Horkheimer, patrones de lo que sería la Escuela de Frankfurt se escandalizaban porque el otro aspirante a la misma, W. Benjamín, poco menos que convivía con Brecht y recibía toda su influencia, como bien lo atestiguan las ‘Tentativas sobre Brecht’, motivo de celos que hicieron historia. Gerardo, no dejes de ver aquí ‘Benjamín y Brecht, historia de una amistad’ de Erdmut Wizisla, un material nuevo y accesible de Paidos. Uno se pregunta, hoy, qué artista tiene la dimensión como para incidir sobre filósofos y pensadores o para que otros lo teman tanto como a Brecht. Esto es, el carácter transformador de la obra y el pensamiento de este autor es casi único en la historia. Muchos epígonos que no se tragan su dimensión político-ideológica, suelen decir que a pesar de su comunismo, Brecht era un extraordinario poeta. Es la peor opinión de todas, porque parece que detrás de ellas hay todo tipo de tropelías y manipulaciones des-ideologizadas sobre su obra y sobre sus designios escénicos que a nadie del teatro que se precie puede dejar indiferente. Hay causas históricas muy concretas que no permiten aplicaciones automáticas o mecanicistas de Brecht, pero ninguna puede prescindir de la dimensión artístico-política de este autor. Heiner Muller decía ‘no se puede no criticar a Brecht, sería una contradicción’. Pero el rango crítico que exige su teatro es de alto nivel. Por último, por hoy, quería hacer una pequeña precisión para poder seguir: lo de ‘épico’ en Brecht es a veces equívoco porque es una de la denominación de los tres grandes géneros de la poesía: dramática, épica, lírica. En Brecht épico viene de ‘episch’ que en alemán es ‘narración’. Por lo que podemos según esto, hablar de ‘teatro narrativo’, lo que trae a colación muchas cosas comentables. Si no nos envenenan los servicios antes, la seguimos.

De Gerardo Begérez (Montevideo, Uruguay) para José Luis Arce:Brecht A groso modo, la aplicación de los axiomas teóricos se realizaron por determinadas destrezas que establecieron una ruptura insondable con lo teatralmente acostumbrado y reinante hasta ese momento. Con Brecht se inicia un período de reflexión acelerada, y su objetivo fue desclavar a los espectadores de su butaca, de esa condición pasiva, empleando el efecto de distanciamiento, desarrollando una provocación en el espectador, logrando una sensación de extrañamiento frente a lo que se le representa. Y cómo lo logra? EN sus escenas hay cuadros fragmentados, imposibilitando un todo orgánico y acabado. El actor representa un personaje o varios pero siempre desde el lugar de la no identificación, de la no obcecación, y lo logra empleando técnicas artificiosas de actuación, voces estridentes, gestualidad exagerada, vestuario similar a un disfraz, las acciones son obstaculizadas con canciones, poemas, comentarios de un narrador que se distancia y realiza una serie de advertencias. Puede haber carteles que anuncien lo que vendrá en la escena siguiente. No hay grandes decorados escenográficos. El escenario y los actores son la esencia de su teatro. Todo esto evita un adormecimiento atontado, generador de un estado anestésico que puede hasta ocasionar lágrimas catárticas, evitando así que el público adopte una actitud crítica. Su fundamento conductor es la dialéctica, conformando vínculos armónicos entre la forma y el contenido, la subjetividad creadora y la objetividad social al margen de los bloqueos doctrinarios, colocándose por encima del marxismo, trascendiéndolo en su fase artística. Así como el precepto estético marxista está en el devenir, la dialéctica de Brecht se prolonga hacia lo inacabado, lo impredecible, lo alegórico, que cada espectador deberá descubrir. La riqueza del Brecht Hoy, es la innovación del empleo de sus técnicas iniciales, adaptándolas a nuestro devenir actual, enajenado y posmoderno. La esencia de Brecht peca de inmortal

De José Luis Arce (Córdoba, Argentina): Brecht El Brecht experimental es el Brecht realista que rompe con el naturalismo, ni siquiera es el Brecht expresionista de su primera etapa. Esto suponía no reproducir por reflejo, ni siquiera construir de tal forma, sino develar la apariencia exponiendo las relaciones de producción de una forma ampliada, para ser entendida como ‘realidad objetiva’, y en ella leer las causas de la explotación del hombre por el hombre. Brecht se deslumbraba con la capacidad de Weigel para ‘iluminar’ esos contenidos a través de los más mínimos detalles, fueran estos pequeños personajes o uso de objetos de mano o aspectos cuasi secundarios del vestuario. El famoso tema del ‘distanciamiento’ no lo inventa Brecht, es un aspecto de la retórica tan viejo como el arte. Y acá es importante la relación nunca del todo estudiada con Meyerhold, a quien le debe más de lo que se suele decir. Cuando Brecht va a Rusia y conoce al creador de la Biomecánica, más todo el contexto construccionista de la vanguardia revolucionaria rusa, se ve confirmado en muchas de sus intuiciones técnicas, y además en abrevar de manera crítica de planos de la ‘tradición’, que en Meyerhold constituye un principio teórico inherente a su visión. Lo mismo ocurre con el ‘montaje’ que deviene de Eisenstein. Lo que luego son los ‘episodios’ que alternan con los ‘conjuntos’ en su dramaturgia, empiezan a consumarse. Previamente, así como Artaud gustaba de los hermanos Marx, Brecht se apasionaba con Kart Valentin, un eximio creador del variete berlinés, menos conocido por la relación casi colonial que el cine europeo tuvo con Hollywood. Con el tiempo, a través de los videos hemos podido ver a Valentin y su fragmentación por ‘sketches’ y la base humorística, que en Brecht es como un trasfondo que se resuelve en agudeza, crítica, lucidez, entretenimiento. Es famosa la oposición de Brecht a lo ‘recreativo’ del teatro, pero no menos famosa es su consigna de lo ‘épico’ a través de mecanismos de ‘entretenimiento’ cuidadosamente diseñados a través de los códigos perceptivos populares. La tosquedad, la familiaridad gestual, el lenguaje crudo o soez, el lirismo irreverente, son medios indispensables para definir su forma, donde incidieron además fuertemente, los códigos perceptivos de la radio ligados a lo narrativo. Es decir, dividir pero dejarla picando, que es tan típico del radio-teatro que a su vez lo había tomado de las novelas por entregas que hacían los periódicos del siglo XIX. Benjamín decía, el cruce de lo figurado con lo formulado, que produce al ver una obra de Brecht, parecido al mecanismo intelectual y perceptivo que se siente de leer un libro. La relación con los mecanismos literarios son conceptual e ideológicamente muy diferentes a los de Artaud, que partía de una iconoclasia por la imagen literaria que podía resolverse en un: “muera el texto”. El tema del personaje es fundamental. Brecht los resolvía a través de una verdadera semiosis, de verdaderas disputas semióticas. Esta riqueza sígnica era la resultante de un análisis, una síntesis poético-realista. Ese dibujo reivindicaba una realidad que disputaba la imagen del personaje real. Acá me gustaría hacer una recomendación fundamental. Si vía Alianza Francea o algo así, pudieras acceder al DVD de “Tambores sobre el dique” de Ariane Mnouchkine, podrías ver lo que puede ser un ‘aggiornamiento’ de Brecht a través en este caso de un ‘distanciamiento’ reconstructivo del personaje. La obra es una fábula de corte oriental escrita por Helene Cixous, que creo haría aullar a Brecht. Mnouchkine resuelve a cada personaje con cuatro operadores escénicos y no con un solo actor. Es un concepto tremendo, hecho además con un virtuosismo que te mata. Para muestra de actualidad, basta un botón. En esta obra el personaje es una marioneta que hace un actor que pone el gesto, operada a su vez por un manipulador en un trabajo de sincronización casi tortuoso, un dicente que pone la voz desde afuera y amplificada a través de un pulso de emisión sincronizados de la voz y el movimiento de labios y otro que genera todo el campo sonoro del personaje. La resolución de lo ‘general’ se hace en el espectador como síntesis, luego de todo un recorrido psico-perceptivo. Al final, en vos como espectador, tanto la fábula, como su construcción se realiza auto-poiéticamente, como una síntesis auto-construída que surge de tu elección (decisión brechtiana) a ver a quien habla, o de ver a quien manipula, o de ver a quien gestualiza. Una ‘verfremmdung’ depuradísima y de altísima escuela. La seguimos. A los interesados, este material es conseguible. Buscarlo.

De Gerardo Begérez (Montevideo, Uruguay) para José Luis Arce: Brecht
Hola José Luis. Trataré de seguirte los pasos, colocándome detrás de tus conceptos. El público de Brecht no sólo tiene un valor agregado, también tiene una doble responsabilidad. Tiene en su poder la herramienta de la razón. Tiene la obligación de la reflexión conciente. Y de eso se trata justamente, de hacerlo conciente, sentirlo diferente. Desmasificarlo. Es un ser único y debe ser tomado como tal. A Brecht no le interesa hablar de “El público” porque su trabajo va dirigido hacia la persona “única e irrepetible”. Es verdad, esa “decisión” que debe tomar será vital en su vida. Porque no se trata de cuestiones banales y “vulgarizantes”, hablamos de temas humanos, profundos, trascendentes. Y esa “decisión” que se deberá tomar es vital en el hombre, porque luego de ella vendrá una transformación. Están también quienes hablan de la “utopía brechtiana” en este mundo resquebrajado, frenético y vacío de ideología. Pero allí es donde radica su vigencia. Y me adhiero, como en todo, al Brecht experimental. El fracaso está cuando pensamos en un Brecht meramente marxista. Ese fracaso ya fracasó. Tomar a Brecht hoy supone una relectura de todo nuestro sistema, y no sólo el capitalista, también la reformulación del sistema afectivo de las personas. Brecht experimental y abarcativo. La ligazón no necesariamente buscada con el P.C tiene una lógica específica. Pero extender el error es limitar a Brecht sólo a eso. El Marxismo hoy ya no existe, y si existe debería llamarse de otra forma. Ligar a Brecht a esa época pasada es constreñirlo. Y ojo, amo aquella época, quizá porque no la viví. Al punto de que en este preciso momento estoy escuchando el disco de un espectáculo que hizo El Galpón (cuando yo no era siquiera un espermatozoide) llamado “Libertad Libertad”, un musical que te eriza la piel, que según cuentan, salías con las ganas frenéticas de ponerle el pecho a las balas del Golpe. Es verdad, en aquella época es donde Brecht empezó a tener sentido. Lo que digo, es que tiene otros sentidos también, miles de sentidos. Además aquellas eran épocas donde los hombres de teatro no eran “ejecutores de oficios superfluos”. El teatro (al menos en mi país) estaba casi a la altura del fútbol. De hecho hasta se llegó a representar una obra en el Estadio Centenario. El “gestus”. Es todo un tema. En mi época de Escuela fue uno de las cuestiones brechtianas que me más me costó aprehender. Recién cuando Nelly Goitiño dedicó tres clases al desarrollo de su técnica, con su maestría y belleza poética de sus palabras, pude entender un poco más este concepto.
Lo épico se divulgó por vía de la dirección y esa fue una forma de experimentación. Siempre nos contaba chino (fundador de El Galpón) que en el 57, cuando se hizo el primer Brecht en Latinoamérica, todavía lo estaban descubriendo, no tenían mucha idea de qué hacer con todo aquello. Y estaba presente el miedo de que los distanciamientos “enfriaran” la acción. Ayer, mientras veía la “pasada” del Brecht que estamos haciendo pensaba: “hay algo que se repite en todos los brechts” Es el clima, son los tonos de voz, los colores... qué es? Quizá sea la sensación de que el viejo está presente siempre. Experimental o no, él está rondando. Y hasta creo haber sentido olor a tabaco. Será eso o habrá algo más. Es todo un misterio fascinante. Eso mismo es Brecht hoy, misterio fascinante.
Hasta cuándo gozaremos de Brecht? O peor aún, hasta cuándo poseeremos nuestro arte teatral? Si. Comparto las respuestas que seguro me darán. Pero cuando prendo la tele y veo tanta estupidez tinellizante, me viene un miedo terrible. De seguro a este viejo maravilloso se le ocurriría una comedia que contrarrestara este delirio idiota y esquizofrénico.
Un abrazo José Luis, la seguimos. Ya nos veremos en persona porque en setiembre iré a vivir a Buenos Aires por dos años.

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